jueves, 19 de marzo de 2009

'ALGO MUY GRAVE VA A SUCEDERLE A ESTE PUEBLO'




Por Gabriel García Márquez

Imagínese usted un pueblo muy pequeño donde hay una señora vieja que tiene dos hijos, uno de 19 y una hija de 14. Está sirviéndoles el desayuno y tiene una expresión de preocupación. Los hijos le preguntan qué le pasa y ella les responde: 'No sé, pero he amanecido con el presentimiento de que algo muy grave va a sucederle a este pueblo'.
El hijo se va a jugar al billar, y en el momento en que va a tirar una carambola sencillísima, el otro jugador le dice:
'Te apuesto un peso a que no la haces'. Todos se ríen. El se ríe. Tira la carambola y no la hace. Paga su peso y todos le preguntan qué pasó, si era una carambola sencilla, Y él contesta: 'es cierto, pero me he quedado preocupado de una cosa que me dijo mi madre esta mañana sobre algo grave que va a suceder a este pueblo'.


Todos se ríen de él, y el que se ha ganado su peso regresa a su casa, donde está con su mama, feliz con su peso y le dice : Le gané este peso a Dámaso en la forma más sencilla porque es un tonto. ¿Y por qué es un tonto?, Porque no pudo hacer una carambola sencillísima segun el preocupado con la idea de que su mamá amaneció hoy con la idea de que algo muy grave va a suceder en este pueblo.

Y su madre le dice: No te burles de los presentimientos de los viejos porque a veces salen. Una pariente que estaba oyendo esto y va a comprar carne. Ella le dice al carnicero: 'Deme un kilo de carne', y en el momento que la está cortando, le dice: Mejor córteme dos, porque andan diciendo que algo grave va a pasar y lo mejor es estar preparado'.

El carnicero despacha su carne y cuando llega otra señora a comprar un kilo de carne, le dice: 'mejor lleve dos porque hasta aquí llega la gente diciendo que algo muy grave va a pasar, y se están preparando y comprando cosas'

Entonces la vieja responde: 'Tengo varios hijos, mejor deme cuatro kilos...'
Se lleva los cuatro kilos, y para no hacer largo el cuento, diré que el carnicero en media hora agota la carne, mata a otra vaca, se vende toda y se va esparciendo el rumor.

Llega el momento en que todo el mundo en el pueblo, está esperando que pase algo. Se paralizan las actividades y de pronto a las dos de la tarde. Alguien dice: ¿Se ha dado cuenta del calor que está haciendo?
¡Pero si en este pueblo siempre ha hecho calor!
Sin embargo -dice uno-, a esta hora nunca ha hecho tanto calor.

Pero a las dos de la tarde es cuando hace más calor.
Sí, pero no tanto calor como hoy.

Al pueblo todos alerta,y a la plaza desierta, baja de pronto un pajarito y se corre la voz: 'Hay un pajarito en la plaza'. Y viene todo el mundo espantado a ver el pajarito.

Pero señores,dice uno siempre ha habido pajaritos que bajan aqui.
Sí, pero nunca a esta hora.

Llega un momento de tal tensión para los habitantes del pueblo, que todos están desesperados por irse y no tienen el valor de hacerlo. Yo sí soy muy macho -grita uno-. Yo me voy. Agarra sus muebles, sus hijos, sus animales, los mete en una carreta y atraviesa la calle central donde todo el pueblo lo ve.

Hasta que todos dicen: 'Si este se atreve, pues nosotros también nos vamos'. Y empiezan a desmantelar literalmente el pueblo. Se llevan las cosas, los animales, todo.

Y uno de los últimos que abandona el pueblo, dice: 'Que no venga la desgracia a caer sobre lo que queda de nuestra casa', y entonces la incendia y otros incendian también sus casas.

Huyen en un tremendo y verdadero pánico, como en un éxodo de guerra, y en medio de ellos va la señora que tuvo el presagio, le dice a su hijo que está a su lado:


¿Vistes m'hijo, que algo muy grave iba a suceder en este pueblo?

jueves, 12 de marzo de 2009

MI ALMA ME HABLÓ

Mi alma me habló y me enseñó a amar lo que el pueblo aborrece y a proteger lo que denigra.
Mi alma me mostró que el amor se enorgullece no sólo del ser que ama sino también del amado.
Antes de que mi alma me hablara, en mi corazón el amor era como una delgada cuerda ajustada entre dos clavijas. Pero ahora el amor se ha transformado en un halo cuyo comienzo es su final y cuyo final es su comienzo. Rodea a todos los seres y se difunde lentamente hasta abrazar todo lo que existe.
Mi alma me advirtió y me hizo percibir la belleza oculta de la piel, la forma y el matiz. Me enseñó a meditar sobre lo que la gente llama feo hasta que aparece su verdadero encan¬to y deleite.
Antes de que mi alma me aconsejara, para mí la belleza era una antorcha temblorosa entre columnas de humo. Ahora que se desvaneció el humo no veo sino la llama.
Mí alma me habló y me hizo oír voces que no pronuncian la lengua, la laringe ni los labios.
Antes de que mi alma me hablara yo no oía más que gritos y gemidos. Pero ahora, ansiosamente, puedo oír el silencio y escucho sus coros cantando los himnos de los tiempos y los cánticos del firmamento, que anuncian los secretos de lo oculto.
Mi alma me habló y me enseñó a beber el vino que no procede de lagares ni puede escanciarse de copas que puedan levantar las manos ni tocar los labios.
Antes de que mi alma me hablara, mi sed era como una chispa confusa escondida bajo las cenizas que pueda apagar un sorbo de agua.
Mi alma me habló y me enseñó a tocar lo que aún no se ha encarnado; ella reveló que todo lo qúe tocamos es parte de nuestro deseo.
Pero ahora mis dedos se transformaron en bruma que penetra en lo que se ve del universo y se confunde con lo invisible.
Mi alma me enseñó a aspirar el perfume que no emiten el mirto ni el incienso. Antes de que mi alma me hablara yo deseaba aspirar la fragancia del perfume en los jardines, en los frascos o en los incensarios.
Pero ahora puedo gustar del incienso que no se quema como ofrenda en sacrificio. Y lleno mi corazón con una fra¬gancia que ninguna brisa condujo a través del espacio.
Mi alma me habló y me enseñó a decir "Estoy listo" cuando lo desconocido y el peligro me llaman.
Antes de que mi alma me hablara yo no respondía a ninguna voz, salvo a la del pregonero que conocía, y sólo caminaba por el sendero cómodo y fácil.
Ahora lo desconocido es un corcel que puedo montar para conocerlo, y la llanura se volvió escalera y por sus peldaños trepó a la cima.
Mi alma me habló y me dijo: "No midas el tiempo dicien¬do: Hubo un ayer y habrá un mañana."
Antes de que mi alma me hablara creía que el pasado era una época que nunca volvería y que el futuro nunca podía ser alcanzado.
Ahora me doy cuenta de que el presente contiene a todo tiempo y que en el se encuentra todo lo que puede esperar¬se, todo lo realizado y todo lo cumplido.
Mi alma me habló exhortándome a no limitar el espacio diciendo: "Aquí, allí, allá."
Antes de que mi alma me hablara yo sentía que por cualquier parte que caminaba estaba lejos de todo otro espa¬cio.
Ahora comprendo que en cualquier lugar que esté se encuentran todos los lugares y que la distancia que camino abarca todas las distancias.
Mi alma me enseñó a estar despierto mientras otros duermen y a entregarme al sueño cuando otros están en movi¬miento.
Antes de que mi alma me hablara yo no distinguía sus sueños al dormirse ni ellos advertían mis fantasías.
Ahora yo nunca zarpo en el buque de mis sueños a menos que ellos me vigilen, y ellos nunca se remontan por el cielo de sus fantasías a menos que yo las comparta en su libertad.

Mi alma me habló y dijo: "No te alegres con el elogio y no te angusties con el reproche."
Antes de que mi alma me aconsejara yo dudaba del méri¬to de mi trabajo.
Ahora me doy cuenta de que los árboles florecen en primavera y dan sus frutos en verano sin esperar elogio, y dejan caer sus hojas en otoño y quedan desnudos en invierno sin temor al reproche.
Mi alma me habló y me hizo ver que no soy más que el enano ni menos que el gigante.
Antes de que mi alma me hablara yo veía a la humanidad dividida en dos clases de hombres: una débil, de la que me compadecía, y una fuerte, a la que seguía o resistía desa¬fiante.
Pero ahora aprendí que soy como ambos y estoy hecho de los mismos elementos. Mi origen es su origen, mi con¬ciencia es su conciencia, mi pretensión su pretensión y mi peregrinaje su peregrinaje.

Mi alma me habló y me dijo: la linterna que llevas no es tuya y la canción que cantas no fue compuesta en lo profun¬do de tu corazón, porque aunque sostengas la luz no eres la luz, y aunque seas un laúd con las cuerdas tensas no eres el ejecutante.

Mi alma me habló, hermana, y me enseñó muchas cosas. Y tu alma también te ha hablado y también te ha enseñado. Porque tú y yo somos uno y no hay diferencia entre noso¬tros, salvo que yo haya proclamado lo que hay en mi ser íntimo, mientras tú lo guardas como un secreto de tu inti¬midad. Pero en tu reserva hay una especie de virtud.

GIBRÁN KHALIL GIBRÁN

PENSAMIENTOS Y MEDITACIONES
(1961)

martes, 10 de marzo de 2009

El Arbol


Tropezó conmigo este cuento de Jorge Bucay, mientras ojeaba ligeramente el libro El Camino del Encuentro, terminaba algunas tareas de mi jornada del dia y me preparaba para acostarme a dormir, es impecable su metáfora acerca del que no quiere recibir nada a cambio de darlo todo... también van algunas palabras de del autor del libro y su opinión…Y con el confirmo lo que aprendí con mi madre de su sabiduría empírica y que siempre repito: "Nadie puede dar lo que no tiene"
Palabras del autor: A veces, la disparidad entre las cosas que pedimos y las que damos a cambio puede ser muy grande. Por supuesto, uno puede elegir para dar a cambio otras cosas que las que recibió en casa de sus padres. Porque aunque la tendencia natural es a dar estas cosas, uno ha crecido, se ha nutrido, ha aprendido. Ojalá descubra que si bien hay un condicionamiento en lo que recibí, puedo conocerme y librarme de el para dar lo que elijo dar, y si no puedo hacerlo solo, puedo pedir ayuda. Cuidado, ayuda no es sinónimo de terapia, es mas, lamentablemente hay cosas que la terapia no enseña, cosas que hay que aprenderlas viviendo la vida. Con respecto a esas cosas, un terapeuta sirve cuando las otras instancias para recibir lo que necesito han fracasado. Sólo ahí. Y pese a lo que ustedes crean, la mayor parte de mis colegas está de acuerdo con esto y asume con vocación y responsabilidad el rol reparador o de sustituto que el paciente necesitaria. Creo que cuando uno no ha recibido en la casa de los padres estas cosas que le han faltado, las va a buscar afuera. Y si uno busca, en realidad siempre encuentra. Y la verdad es que la única posibilidad de que alguien reciba algo de su terapia es que se vincule humanamente con el terapeuta. No pasa por una técnica, sino por el vínculo sano entre ellos. Una vez, en un grupo terapéutico, una mujer que estaba muy afectada y muy dolida, en una situación personal muy complicada, hizo el ejercicio delante del grupo. Pensó mucho tiempo y dijo: ¿Qué recibí?. Y anotó: “Nada”. Y agregó: “Por lo tanto me faltó : Todo”. Cuando hice la devolución, tuvo que darse cuenta que ella vivía en el mundo exigiendo “todo” a cambio de lo cual no daba “nada”. Y por supuesto que lloraba todo el tiempo sus carencias y su soledad. Y por supuesto que se quejaba de la injusticia de que nadie le quisiera dar lo que ella necesitaba. Porque estaba puesta en este lugar: buscaba a alguien que le diera “todo” a cambio de “nada”. La vida es una transacción: dar y recibir son dos caras de la misma moneda. Si la moneda tiene una sola cara, es falsa, cualquiera sea la cara que falte. Es de todas formas dramático que alguien no quiera recibir “nada” a cambio de darlo “todo”.
Aqui empieza el cuento:
Había una vez, en las afueras de un pueblo, un árbol enorme y hermoso que generosamente vivía regalando a todos los que se acercaban el frescor de su sombra, el aroma de sus flores y el increíble canto de los pájaros que anidaban entre sus ramas. El árbol era querido por todos en el pueblo, pero especialmente por los niños, que se trepaban por el tronco y se balanceaban entre las ramas con su complicidad complaciente. Si bien el árbol tenía predilección por la compañía de los mas pequeños, había un niño entre ellos que era su preferido. Éste aparecía siempre al atardecer, cuando los otros se iban. - Hola amiguito – decía el árbol, y con gran esfuerzo bajaba sus ramas al suelo para ayudar al niño en la trepada, permitiéndole además cortara algunos de sus brotes verdes para hacerse una corona de hojas aunque el desgarro le doliera un poco. El chico se balanceaba con ganas y le contaba al árbol las cosas que le pasaban en la casa. Con el correr del tiempo, cuando el niño se volvió un adolescente, de un día para otrodejo de visitar al árbol. Años después, una tarde, el árbol lo ve caminando a lo lejos y lo llama con entusiasmo: - Amigo... amigo... Vení, acércate... Cuánto hace que no venís... Trepate y charlemos. - No tengo tiempo para esas estupideces –dice el muchacho. - Pero disfrutábamos tanto juntos cuando eras chico... - Antes no sabía que se necesitaba plata para vivir, ahora busco plata. ¿Tenés plata para darme?. El árbol se entristeció un poco, pero se repuso enseguida.
- No tengo plata, pero tengo mis ramas llenas de frutos. Podés subir y llevarte algunos, venderlos y obtener la plata que querés... - Buena idea – dijo el muchacho, y subió por la rama que el árbol le tendió para que se trepara cuando era chico. Luego arrancó todos los frutos del árbol, incluidos los que todavía no estaban maduros. Llenó con ellos unas bolsas de arpillera y se fue al mercado. El árbol se sorprendió de que su amigo no le dijera ni gracias, pero dedujo que tendría urgencia por llegar antes que cerraran los compradores. Pasaron casi diez años hasta que el árbol vio otra vez a su amigo. Era un adulto ahora. - Que grande estás – le dijo emocionado -, vení subite como cuando eras chico, contame de vos. - No entendés nada, como para trepar estoy yo... Lo que necesito es una casa. ¿Podrías acaso darme una? El árbol pensó unos minutos. - No, pero mis ramas son fuertes y elásticas. Podrías hacer una casa muy resistente con ellas. El joven salió corriendo con la cara iluminada. Una hora mas tarde llegó con una sierra y empezó a cortar ramas, tanto secas como verdes. El árbol sintió el dolor, pero no se quejó. No quería que su amigo se sintiera culpable. Una por una, todas las ramas cayeron dejando el tronco pelado. El árbol guardó silencio hasta que terminó la poda y después vio al joven alejarse esperando inútilmente una mirada o gesto de gratitud que nunca sucedió. Con el tronco desnudo, el árbol se fue secando. Era demasiado viejo para hacer crecer nuevamente ramas y hojas. Que lo alimentaran. Quizás por eso, cuando diez años después lo vio venir, solamente dijo.
- Hola. ¿Qué necesitás esta vez? - Quiero viajar. Pero ¿qué podés hacer vos?. No tenés ramas ni frutos para vender. - Qué importa, hijo –dijo el árbol -, podés cortar mi tronco, total yo no lo uso. Con él podrías hacer una canoa para recorrer el mundo. - Buena idea – dijo el hombre. Horas después volvió con un hacha y taló el árbol. Hizo su canoa y se fue. Del árbol quedó sólo el pequeño tocón al ras del suelo. Dicen que el árbol aún espera el regreso de su amigo para que le cuente de su viaje. Nunca se dio cuenta de que ya no volverá. El niño ha crecido y esos hombres no vuelven donde no hay nada para tomar. El árbol espera, vació aunque sabe que no tiene nada mas para dar. La conclusión del autor: Repito. Nuestros condicionamientos han hecho de nosotros estos que somos, pero seguimos pudiendo elegir. Cuando yo asuma que no es posible encontrar a alguien que pueda darme lo que busco soportando mis normas, mis exigencias... quizás empiece a corregir lo que doy. Quizás aprenda a dar otras cosas. Quizás aprenda algo nuevo.
Jorge Bucay

viernes, 6 de marzo de 2009

Bienvenidas...


Deseo que estemos "sobre la soga" y no bajo de ella. Pasar a ese nivel exige ciertos requerimientos... el más importante es querer hacerlo.
Esta es una prueba, a ver si les llega a todas y podemos hacer de este lugar, un espacio para difundir conocimiento.
Un abrazo
Acuarela